El mundo real, que en gran parte es invisible, es mucho mayor que el visible.
Lo que “no se ve” tiene una gran desventaja frente a lo que “se ve”, precisamente por eso. Pero al final, como decía El Principito, lo importante no es lo que se ve con los ojos sino con el corazón.
Cada vez se habla más de los intangibles de uno empresa, del conocimiento implícito, nadie duda del valor de las marcas (muchas de ellas mayor que el del producto.
A la hora de lanzar nuestras ideas, servicios o producto suele tener más éxito apelar a la imaginación o a los sentimientos de la gente que a la realidad.
Una empresa no está en los libros de cuentas ni en el inventario, sus mayores activos suelen estar en esas cosas que “no se ven”. Uno de esos indispensables activos es cultivar una buena red de relaciones: simpatizantes, clientes, proveedores y hasta nuestra propia competencia.
Referencias
- Adaptarse a la marea, primera parte del artículo en este blog.
- Adaptarse a la marea, Eduardo Punset – Casa del Libro
- Primer capítulo del libro, El Corte Inglés Libros
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